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miércoles, 15 de febrero de 2017

El despertar de una nueva reverencia ante la vida

FRANCISCO, EL BOLSON, ASAMBLEA, AGUA, TIERRA, VIDA, LOTEO, LADERAS,
Luego de una multitudinaria marcha realizada los primeros días de enero en la ciudad de El Bolsón, organizada por vecinos e integrantes de la Asamblea en Defensa del Agua y la Tierra, y tras haber registrado más de 5.000 firmas solicitando un amparo colectivo por los avances que el Municipio venía realizando con Laderas, la Cámara de Apelaciones de San Carlos de Bariloche decidió:

·         suspender cautelarmente” la Ordenanza Municipal 165/16 que hacía referencia a un acuerdo entre el Intendente y las sociedades Laderas “sobre ciertas adecuaciones del emprendimiento inmobiliario” proyectado en la zona del Cerro Perito Moreno –Pampa de Ludden-.
·         suspender cautelarmente” la Resolución 295/16 del propio Intendente Bruno Pogliano, la cual aprobaba las “adecuaciones” acordadas y su “aptitud ambiental”.
·         prohibir cautelarmente la ejecución de trabajos” relativos a dicho emprendimiento inmobiliario;
·         anotar cautelarmente” en el Registro de la Propiedad Inmueble que dichas parcelas están en litigio judicial.

Cuando uno se detiene a leer el fallo de la Cámara de Apelaciones del Juzgado de Bariloche, redactada en lenguaje sencillo, accesible y pedagógico, se da cuenta de todos los ribetes que ha tenido esta historia del “emprendimiento urbanístico” en inmediaciones de la Pampa de Ludden. Además, y creo que esto es lo más importante, contamos ahora con una narración de los hechos que ayuda a armar más el rompecabezas.

Hay una frase del fallo que me causó asombro y gracia, y es la de “farragosas discusiones”, no estaba habituado a esta palabra así que busqué sinónimos y encontré que hacía referencia a largas, confusas, desordenadas y mezcladas discusiones.


Y esto es lo que aclara la sentencia, todas las confusiones que ha habido a lo largo de este tiempo:
·      que son dos emprendimientos “distintos”, el de Laderas del Paralelo 42 S.A. y el de Laderas del Perito Moreno S.A.;
·      que “ambos emprendimientos recaen sobre parcelas distintas”;
·      que el emprendimiento de Laderas del Paralelo 42 S.A. consiste en la construcción de un Centro de Deportes Invernales en la pendiente del Cerro Perito Moreno y una Villa Turística en la base del cerro (hotelería, cabañas, etc.); y que se rige por la concesión de Obra Pública dónde el Club Andino Piltriquitrón cede 300 ha para la realización del mismo.
·      que el emprendimiento de Laderas del Perito Moreno S.A. consiste en una urbanización privada de tierras “que le serían propias” (interesante advertir sobre este condicional “serían” porque es lo que está aún pendiente de juicio: determinar si dichas tierras fueron adquiridas según la Ley de Tierras de la Provincia), y subraya la sentencia que este emprendimiento en modo alguno debe confundirse con la Villa Turística en la base del cerro. 

Deja claro que Laderas del Perito Moreno S. A. no podría valerse de la concesión pública para la urbanización de sus tierras privadas; y que Laderas del Paralelo 42 S.A. tampoco podría confundir sus derechos y obligaciones en tierras privadas.

¿Por qué le interesa tanto al fallo aclarar esto? Porque cada emprendimiento debe cumplir los cuidados y procedimientos ambientales, sin que la aprobación de uno implique necesariamente la del otro. Le interesa distinguirlo porque se los ha confundido reiteradas veces “probablemente a causa de ciertas inconsistencias del contrato de concesión” que realizó el órgano Provincial ENDIPEN (Ente de Desarrollo Integral del Cerro Perito Moreno) a Laderas del Paralelo 42 S.A.

Y si faltaba alguna otra apreciación, dice la sentencia “entre otras inconsistencias que no vienen al caso repasar”, el ENDIPEN convocó a licitación pública por “aproximadamente 2100 ha” (300 has que cedía el Club Andino Piltriquitrón + un área de unas 1800 has no identificadas, ni autorizada, ni calificada como pública o privada).

También Laderas –afirma el fallo- ha insistido reiteradamente en la confusión de roles, como si los emprendimientos fuesen y debiesen considerarse necesariamente y jurídicamente uno solo”.

Bueno, ni hablar cuando entra en la cuestión jurídica de aprobación de impacto ambiental, sería tal vez demasiado engorroso adentrarnos en todas las aclaraciones y distinciones que hace el fallo, una vez más invitamos a leerlo.

La sentencia determina que es “altamente verosímil” que el acuerdo realizado entre el Intendente Pogliano y Laderas, con la posterior resolución 295/16 resulten inválidos y estén incumpliendo la suspensión impuesta por el Superior Tribunal que en pleno resolvió “suspender el procedimiento de evaluación de impacto ambiental Provincial y Municipal”.

Con este trasfondo son mucho más entendibles y cercanas las afirmaciones de la carta Laudato si’ del Papa Francisco: “Dado que el derecho a veces se muestra insuficiente debido a la corrupción, se requiere una decisión política presionada por la población. La sociedad, a través de organismos no gubernamentales y asociaciones intermedias, debe obligar a los gobiernos a desarrollar normativas, procedimientos y controles más rigurosos. Si los ciudadanos no controlan al poder político –nacional, regional y municipal-, tampoco es posible un control de los daños ambientales[1].

Y justifica el porqué de la presión de la población y de las instituciones: El siglo XXI es escenario de un debilitamiento de poder de los estados nacionales, sobretodo porque la dimensión económica-financiera, de características transnacionales, tiende a predominar sobre la política[2]. Añade además que “el drama del inmediatismo político, sostenido también por poblaciones consumistas, provoca la necesidad de producir crecimiento a corto plazo. Respondiendo a intereses electorales, los gobiernos no se exponen fácilmente a irritar a la población con medidas que puedan afectar al nivel de consumo o poner en riesgo inversiones extranjeras. La miopía de la construcción de poder detiene la integración de la agenda ambiental con mirada amplia en la agenda pública de los gobiernos… Al poder político le cuesta mucho asumir este deber en un proyecto de nación[3].

Hace falta ampliar la mirada: “Es indispensable la continuidad, porque no se pueden modificar las políticas relacionadas con el cambio climático y la protección del ambiente cada vez que cambia un gobierno. Los resultados requieren mucho tiempo, y suponen costos inmediatos con efectos que no podrán ser mostrados dentro del actual período de gobierno. Por eso, sin la presión de la población y de las instituciones siempre habrá resistencia a intervenir, más aún cuando haya urgencias que resolver[4]. Si un político asume estos desafíos, si se atreve a hacerlo, reconocerá la dignidad que Dios le ha dado como ser humano y dejará en la historia un testimonio de generosa responsabilidad.


Apostar por otro estilo de vida[5]


Ahora, también estaría bueno que veamos cual es nuestra responsabilidad. El papa enuncia que la raíz de la crisis socio-ambiental está en un modo de entender la vida. Dado que el mercado tiende a crear un mecanismo consumista compulsivo para colocar sus productos, nosotros terminamos sumergidos en las compras y los gastos innecesarios.

La situación actual del mundo que vivimos “provoca una sensación de inestabilidad e inseguridad que a su vez favorece formas de egoísmo colectivo”[6]. Cuando las personas se vuelven muy centradas en sí mismas y se aíslan, acrecientan su voracidad. Mientras más vacío está el corazón de la persona, más necesita objetos para comprar, poseer y consumir. Este estilo deriva también en crisis sociales, porque la obsesión por un estilo de vida consumista, sobre todo cuando sólo unos pocos pueden sostenerlo, provoca violencia y destrucción recíproca.

La Carta de la Tierra nos invitaba a todos a dejar atrás una etapa de autodestrucción y a comenzar de nuevo, pero todavía no hemos desarrollado una conciencia universal que lo haga posible. «Que el nuestro sea un tiempo que se recuerde por el despertar de una nueva reverencia ante la vida; por la firme resolución de alcanzar la sostenibilidad; por el aceleramiento en la lucha por la justicia y la paz y por la alegre celebración de la vida»[7].

La espiritualidad cristiana propone un modo alternativo de entender la calidad de vida, y alienta un estilo de vida profético y contemplativo, capaz de gozar profundamente sin obsesionarse por el consumo. La constante acumulación de posibilidades para consumir distrae el corazón e impide valorar cada cosa y cada momento. En cambio, el hacerse presente serenamente ante cada realidad, por pequeña que sea, nos abre muchas más posibilidades de comprensión y de realización personal. La espiritualidad propone un crecimiento con sobriedad y una capacidad de gozar con poco. Es un retorno a la simplicidad que nos permite detenernos a valorar lo pequeño, agradecer las posibilidades que ofrece la vida sin apegarnos a lo que tenemos ni entristecernos por lo que no poseemos. Esto supone evitar la dinámica del dominio y de la mera acumulación de placeres.

La sobriedad que se vive con libertad y conciencia es liberadora. No es menos vida, no es una baja intensidad sino todo lo contrario. En realidad, quienes disfrutan más y viven mejor cada momento son los que dejan de picotear aquí y allá, buscando siempre lo que no tienen, y experimentan lo que es valorar cada persona y cada cosa, aprenden a tomar contacto y saben gozar con lo más simple. Así son capaces de disminuir las necesidades insatisfechas y reducen el cansancio y la obsesión. Se puede necesitar poco y vivir mucho, sobre todo cuando se es capaz de desarrollar otros placeres y se encuentra satisfacción en los encuentros fraternos, en el servicio, en el despliegue de los carismas, en la música y el arte, en el contacto con la naturaleza, en la oración. La felicidad requiere saber limitar algunas necesidades que nos atontan, quedando así disponibles para las múltiples posibilidades que ofrece la vida.

Por otro lado, ninguna persona puede madurar en una feliz sobriedad si no está en paz consigo mismo. La paz interior de las personas tiene mucho que ver con el cuidado de la ecología y con el bien común, porque se refleja en un estilo de vida equilibrado unido a una capacidad de admiración que lleva a la profundidad de la vida. La naturaleza está llena de palabras de amor, pero ¿cómo podremos escucharlas en medio del ruido constante, de la distracción permanente y ansiosa, o del culto a la apariencia? Muchas personas experimentan un profundo desequilibrio que las mueve a hacer las cosas a toda velocidad para sentirse ocupadas, en una prisa constante que a su vez las lleva a atropellar todo lo que tienen a su alrededor. Esto tiene un impacto en el modo como se trata al ambiente. Una ecología ampliamente entendida implica dedicar algo de tiempo para recuperar la serena armonía con la creación, para reflexionar acerca de nuestro estilo de vida y nuestros ideales, para contemplar al Creador, que vive entre nosotros y en lo que nos rodea, cuya presencia no debe ser fabricada sino descubierta, develada.

Y hasta aquí llegamos hoy. He releído varias veces esta carta del Papa Francisco y me asombra para bien. Es muy pedagógico en su planteo, ya que luego de indagar los síntomas que estamos viviendo actualmente, bucea en las profundidades cuales son las raíces de la crisis, las causas más profundamente humanas de la degradación ambiental. También se detiene a delinear los grandes caminos de diálogo, para salir de la espiral de autodestrucción en la que estamos inmersos. Y no queda ahí, se plantea la necesidad de un cambio de rumbo y sugiere algunas acciones concretas. No es una carta “verde”, es un profundo planteo social que nos involucra a todos.

Hno. Rolando




[1] Laudato si, n.  179
[2] Cfr. Laudato si, n. 175
[3] Laudato si, n. 178
[4] Laudato si, n. 181
[5] Cfr. Laudato si, capítulo sexto.
[6] Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, 1990.
[7] Carta de la Tierra, La Haya (29 de junio 2000).

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